Se muy bien
donde mueren los centauros
claudicando sobre cascos
nunca herrados
Apoyándose en la lira
bajo el pliegue de su brazo
Allí donde las rosas
son sólo maraña
zarzosa
Su último aliento
se quiebra
petrificado
en el bronce
El sueño de las niñas
sueña al ritmo
del postrer galope
del centauro
Allí donde el último
centauro cede
avanza la insensatez
de las cosas...
***
de "Poemas para una noche quieta" publicados en Espejos del Tiempo, Espejos del Alma, antología de poemas y microrelatos, obra conjunta, Yerba Buena, Tucumán, Lucio Piérola Ediciones, 2009.
-Foto: tomada por Carlos Alvarado, "El Ultimo Centauro", de Emile Antoine Bourdelle, escultura, Recoleta, Buenos Aires.-