Frenético, iba escuchando tu nombre,
de silencio a sombra,
de sombra a distancia,
lleno de invisibles mensajes,
alto, desnudo,
helado en el día cruel y ardido.
(Tu nombre, que a veces surge
con intermitencia de pájaro,
va recreando las cosas nuevamente;
abre espacios, golpea una campana,
abre en el día una luminosa brecha.)
Baja el otoño y digo: de esta muerte muero.
sentí su dulce herida en el tremendo esfuerzo,
como si fuera heredando viejas voces,
llamados, pequeños gritos que desgajan el aire,
el campo, entre los árboles dormidos.
Porque se va heredando el tiempo,
la desgracia, la alegría
que mueve dulcísimos ramajes entre muertes.
Porque he vuelto a sentir, a escuchar
viejas palabras
como en días de maravillosa fuerza
que hoy descansan con pesado impulso.
de silencio a sombra,
de sombra a distancia,
lleno de invisibles mensajes,
alto, desnudo,
helado en el día cruel y ardido.
(Tu nombre, que a veces surge
con intermitencia de pájaro,
va recreando las cosas nuevamente;
abre espacios, golpea una campana,
abre en el día una luminosa brecha.)
Baja el otoño y digo: de esta muerte muero.
sentí su dulce herida en el tremendo esfuerzo,
como si fuera heredando viejas voces,
llamados, pequeños gritos que desgajan el aire,
el campo, entre los árboles dormidos.
Porque se va heredando el tiempo,
la desgracia, la alegría
que mueve dulcísimos ramajes entre muertes.
Porque he vuelto a sentir, a escuchar
viejas palabras
como en días de maravillosa fuerza
que hoy descansan con pesado impulso.
***
“De silencio a sombra, de sombra a distancia”; Poema de Guillermo ORCE REMIS; De su libro En la luz perdida, Buenos Aires, Editorial Troquel, 1960. p. 13, 14.