Mi padre antes de hacer la siesta,
ponía sobre la mesa del velador
su reloj de bolsillo y su llavero;
se quitaba la ropa, sus botas de gigante,
y tendido en la cama se ofrecía desnudo
a las caricias del ventilador.
El sueño iba cerrando sus puños suavemente
y desaparecía su ceño de león.
*
Era verano: recostada a la sombra
de la higuera al fondo,
la perra en celo de ojos de gacela
olisqueaba su sexo con unción.
Gorriones alevosos picoteaban las brevas.
ponía sobre la mesa del velador
su reloj de bolsillo y su llavero;
se quitaba la ropa, sus botas de gigante,
y tendido en la cama se ofrecía desnudo
a las caricias del ventilador.
El sueño iba cerrando sus puños suavemente
y desaparecía su ceño de león.
*
Era verano: recostada a la sombra
de la higuera al fondo,
la perra en celo de ojos de gacela
olisqueaba su sexo con unción.
Gorriones alevosos picoteaban las brevas.
***
De Cantar y Contar, poemas y retratos, 1999. Extraído de Hernández, Juan José, Desiderátum, Obra poética (1952-2001), Buenos Aires, Adriana Hidalgo editora, 2001, p. 46.
No hay comentarios:
Publicar un comentario